He renunciado.
He renunciado a verla,
a contemplar
su ancha sonrisa de ala.
De enhebrar sus cabellos
de lluvia,
con el delirio pentagramado
de mis dedos.
He renunciado al afán
de atrapar el vuelo
de su risa espontánea.
De incendiar
su pálida espalda.
De sucumbir
en los ríos frágiles
de sus venas.
He renunciado a la ilusión
de aventurarme
en el ignoto territorio
de su estatura.
Donde las orquídeas,
alumbran anárquicas.
He renunciado
a la hospitalidad tibia
de su boca.
A la impetuosa necesidad
de iluminar mi corazón
con su inteligencia triste.
He renunciado alumbrarme
con sus mejillas.
A su ternura presentida,
a su intensa pasión.
A sus silencios,
a sus sueños,
y oscuros presagios.
He renunciado
a su amor desventurado.
A descifrar
el recóndito abecedario
de su cuerpo.
Al intento de navegar
el prodigo mar,
en el azaroso estuario
de sus piernas.
He renunciado..
Ricardo Quintana.