Canción desde la torre más alta.
¡Que venga el tiempo, que venga,
en que las almas se prendan!
Fui tan paciente
que olvido para siempre.
Temores y pesares
a los cielos se han ido.
Y la sed malsana
oscurece mis venas.
¡Que venga el tiempo, que venga,
en que las almas se prendan!
Igual la pradera
entregada al olvido,
creciente y florida
de incienso y cizaña,
bajo el feroz zumbido
de las sucias moscas.
¡Que venga el tiempo, que venga,
en que las almas se prendan!
Arthur Rimbaud (Una temporada en el infierno).
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