Afuera es primavera, hay animales, flores: en el bosque de Clamart se escuchan los gritos de los niños que se divierten; es primavera: la aguja de la brújula enloquece y la gran dolicocéfala se abandona sobre su sofá y se hace la loca.
Hace calor. Enamorados, los fósforos de madera se regodean al ser frotados en el cerillero; es primavera, acné de colegiales, y he allí a la hija del sultán y al domador de mandrágoras, he allí los pelícanos, las flores en los balcones, he allí las regaderas; estamos en la estación más bella del año.
El sol brilla para todo el mundo, no brilla en las prisiones, no brilla para los que trabajan en las minas , los que descaman el pescado
los que comen carne podrida
los que fabrican horquillas para el pelo
los que soplan las botellas que otros beberán
los que cortan el pan con su cuchillo
los que pasan las vacaciones en las fábricas
los que no saben lo que hay que decir
los que ordeñan las vacas y no beben la leche
los que no son anestesiados en el consultorio del dentista
los que escupen sus pulmones en el metropolitano
los que fabrican en los sótanos las lapiceras con las que otros escribirán al aire que todo marcha a las mil maravillas
los que tienen demasiado que decir para poder decirlo
los que tienen trabajo
los que no lo tienen
los que lo buscan
los que no lo buscan
los que dan de beber a los caballos
los que ven morir a su perro
los que tienen casi semanalmente su pan de cada día
los que en invierno se cobijan en las iglesias
los que el sacristán manda a cobijarse en la calle
los que se estancan
los que querían comer para vivir
los que viajan entre las ruedas
los que miran correr el Sena
los que son comprometidos, los que son despedidos, los que son ascendidos, los que son disminuidos, los que son manoseados, los que son investigados, los que son apaleados
los que son prontuariados
los que se elige al azar y son fusilados
los que se hace desfilar delante del Arcos
los que no saben comportarse en ningún lugar del mundo
los que jamás vieron el mar
los que huelen a lino porque trabajan el lino
los que no tienen aguas corrientes
los que son consagrados al azul horizonte
los que arrojan la sal sobre la nieve por un salario totalmente irrisorio
los que envejecen más rápidamente que los otros
los que no se han agachado a recoger el alfiler
los que se mueren de aburrimiento los domingos por la tarde
porque ven llegar el lunes
y el martes y el miércoles y el jueves y el viernes y el sábado
y la tarde del domingo.
Fragmento de "Intento de descripción de una cena de mascarones en París de Francia". Jacques Prévert.